El paciente de la 103 se
queja de que le pica la pierna izquierda. A veces, cuando entro a cambiarle la
sonda, o el suero, me pide que le rasque, me implora con los ojos. Yo me hago
la despistada, no sé cómo decirle que la ha perdido, que ya no estaba ahí
cuando subió del quirófano.
No es mi mayor
preocupación, en todo caso. Porque tampoco sé cómo decirle que lleva un día
entero hablando con un sillón vacío, como si también le picara su mujer.
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