El cuervo, subido a un árbol, estaba no con un queso
según dice la fábula clásica, sí con un sangriento pedazo de carne en el corvo
pico. Llegó el zorro. El olor lo hizo levantar la cabeza, vio al cuervo
banqueteándose, y rompió a hablar:
—¡Oh hermoso cuervo! ¡Qué plumaje el tuyo! ¡Qué lustre! ¿No cantas, cuervo? ¡Si tu voz es tan bella como tu reluciente plumaje, serás el más magnífico de los pájaros! ¡Canta, hermoso cuervo!
El cuervo se apresuró a tragar la carne, y dijo al zorro:
—He leído a La Fontaine.
—¡Oh hermoso cuervo! ¡Qué plumaje el tuyo! ¡Qué lustre! ¿No cantas, cuervo? ¡Si tu voz es tan bella como tu reluciente plumaje, serás el más magnífico de los pájaros! ¡Canta, hermoso cuervo!
El cuervo se apresuró a tragar la carne, y dijo al zorro:
—He leído a La Fontaine.
Explica el final.
ResponderEliminartambien andas haciendo la tarea
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