lunes, 26 de septiembre de 2016

Vodevil griego. Marco Denevi.

Homero, melindroso, apenas si lo da a entender. Otros poetas lo admiten sin tapujos. Y bien: Aquiles y Patroclo eran amantes. Ecmágoras nos ha revelado cómo comenzó esta historia.
Obligado a casarse con su prima segunda, la princesa Ifigenia, pero prendado de la esclava Polixena, Aquiles recurrió a una artimaña. Hizo que Polixena durmiese en un cuarto contiguo a la alcoba matrimonial y todas las noches, antes de acostarse con Ifigenia, se acostaba con la esclava. Al borde de alcanzar el deleite se levantaba, corría al lecho de Ifigenia y en un santiamén cumplía con sus deberes conyugales.
Ignorante del ardid, Ifigenia estaban encantada con aquel marido que aparecía en el dormitorio ya provisto de tanto ardor que a ella no le daba tiempo para nada. Pero al cabo de unos cuantos días, o más bien de unas cuantas noches, se hartó de ese apuro que a ella le dejaba en ayunas de la voluptuosidad, y empezó a lloriquear y a regañar a Aquiles.
Polixena, por su parte, también lloraba y se quejaba porque Aquiles la abandonaba justo en los umbrales del placer. Hastiado de que las dos mujeres le hiciesen escenas, Aquiles pidió la colaboración de su íntimo amigo Patroclo. Entre ambos tramaron un plan y desde entonces las cosas mejoraron mucho para todos. En la oscuridad, mientras Aquiles se regocijaba con Polixena, Patroclo entretenía a Ifigenia. En el momento exacto, y para evitar que Ifigenia tuviese una prole bastarda, Aquiles y Patroclo canjeaban sus respectivas ubicaciones. La falta de luz permitía que ese constante ir y venir no fuese advertido por las dos mujeres, quienes durante el día andaban de muy buen humor. Pero todas las noches Aquiles y Patroclo se cruzaban desnudos y excitados en el vano de la puerta entre ambas habitaciones.
Una noche tropezaron, otra noche fue un manotazo en broma, otra noche fue una caricia, otra noche fue un beso al pasar, y un día Aquiles y Patroclo anunciaron que se iban a la guerra de Troya.
Lo demás es harto sabido.

Foto de la escultura "Aquile y Patroclo" réplica, de autor anónimo, de la Escuela de Pérgamo (240 AC-230 AC).

El jardín de las delicias. Mitos eróticos. Marco Denevi, 1992.

No hay comentarios:

Publicar un comentario