sábado, 29 de abril de 2017

Rénuka. Fernando Iwasaki.

Vengo de ver al monstruo y sólo quiero lavarme las manos, sacudirme sus pelos desflecados como telas de araña y quitarme esta ropa que apesta a orines. No aguanto la visión de su madriguera: la ropa maloliente, los cuajarones que gotean por su cuerpo y esa cama hecha de periódicos arrugados que sugieren una forma vagamente humana. A veces estornuda y me arrasa un olor infecto, como el que impregna las sobras que deja en los cuencos donde le sirvo la comida. Odio escuchar su respiración arenosa, cómo sorbe desesperada los líquidos y el roznido que hace con las encías al masticar. Pero lo peor es enfrentarme a su mirada anfibia justo antes de salir, tener que acariciarle la frente escamosa, soportar el lamido agónico de su despedida y decirle adiós, mamá, hasta la próxima semana.

4 comentarios:

  1. ¿Por casualidad se trata de un bicho cuya piel desnuda es húmeda?
    Pregunto por prevención. No sea que es igual a este escriba.Saludo desde:

    www.venitecuento.blogspot.com

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  2. me a gustado la historia pero es muy corta t.a.m

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  3. Me pacece un cuento muy cruel porque no debería meterse a si con su madre

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  4. No me ha gustado. En el cuento llama a su madre monstruo, y no me parece bien que alguien llame a su madre así. Lara V. J.

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