Si
en vez del espermatozoide del que provengo, otro de los que
participaron en aquella frenética carrera hubiese fecundado el óvulo
de mi madre, una persona distinta, acaso con el mismo nombre, habría
ocupado mi lugar. A veces, por la noche, cuando reina el silencio, me
parece escuchar en torno a mí un coro apenas audible de malévolas
risitas.
Altius, fortius, citius y acomplejado.
ResponderEliminarSaludos desde:
www.venitecuento.blogspot.com
Me paseé por tu blog. Buen rincón, felicidades.
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