Después
de todas las tribulaciones vividas durante los últimos años, Ulises
se siente cada vez más cerca de Penélope. Mira nostálgico el
paisaje con lágrimas en los ojos, está feliz y no puede contenerse.
―Ítaca...
¡Ítaca! ―grita conmovido.
―Esto
no es Ítaca, señor ―le dice un hombre desde una carreta.
―¿Qué
lugar es este? ―pregunta alterado.
―¡Esto
es Comala señor, Comala! ―contesta el arriero Abundio mientras se
aleja.
Ulises,
desconsolado, comprende que una nueva odisea está por comenzar.
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