domingo, 6 de octubre de 2019

Barbacoas familiares. Juan José Millás.

No es verdad que en el campo haya silencio. Lo sé porque estoy en el campo y a pocos metros de mí hay un individuo conduciendo un cortacésped que suena como una avioneta. Lleva dos horas jugando a pilotar el cortacésped, y se ha colocado incluso unas gafas de aviador de la Segunda Guerra Mundial. En el resto del cuerpo, sin embargo, sólo lleva un bañador tipo tanga de un color indefinido, pero horrible. Para amenizar el trabajo ha puesto a todo meter un casete con el Corazón partío, de Alejando Sanz, a quien Dios confunda. A lo mejor el campo fue en tiempos otra cosa pero hoy es un espanto. Los únicos animales que ves son de tu especie, y es una especie ruidosa y sucia. Una familia de cuatro personas puede organizar más ruido y más basura que una manada de jabalíes. De hecho, nunca he conseguido ver a una familia de jabalíes, y eso que esta zona, según me han dicho, está llena. Se ve que los jabalíes son gente discreta.
A veces tengo la fantasía de que voy paseando por el bosque y tropiezo con una familia de toros haciendo una barbacoa de seres humanos. No comprendo por qué no se animan. Según los caníbales, los seres humanos sabemos a pollo de granja gracias a las porquerías que comemos. No hay como comer mal para saber bien. Fíjense en los cerdos de corral, que sólo comen mondas de melón con las que fabrican unos jamones que le hacen a uno perder el sentido, o el sentío, para que rime con el corazón partío que me taladra la cabeza mientras avanzo penosamente por la pantalla del ordenador hacia la línea 33. Por otra parte, si hay algún animal que se merezca ser asado en una barbacoa, ése es el ser humano.
Uno de los peores incendios de este verano fue provocado por una barbacoa familiar. Estoy seguro de que se traba de una familia que oía a todo trapo el Corazón partío mientras uno de los cuñados, en bragas, segaba el césped con una avioneta. El de aquí al lado no piensa parar hasta que derribe a otro cortacésped, pues en su fantasía, como digo, es un piloto de la Segunda Guerra Mundial. Suceden pocas desgracias, para lo que nos merecemos.




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