miércoles, 30 de octubre de 2019

El parque. Carlos Almira Picazo.

La primera vez que me vi fue en el parque del Salón. De pronto apareció ante mí un hombre ya no tan joven, sentado con las piernas cruzadas, con un pequeño libro en la mano. Los niños y Ana estaban en los columpios y no se dieron cuenta. Durante un tiempo escurridizo lo contemplé lleno de ansiedad. Era obvio que él no podía verme: así pues, yo era un fantasma, o un sueño, o un reflejo de su mente. Entonces sentí la urgencia de saber lo que estaba pensando, pero su expresión era cerrada y opaca. No había que ser muy listo, sin embargo, para saber que pensaba en mí. Me revolví en aquella oscuridad opresiva y angosta, y traté de llamarlo. Pero él ya se levantaba, cerraba el libro, se iba en busca de Ana y los niños que protestaban porque querían quedarse un rato en el parque.

 La llave dorada, 2004.

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