Blanca
Nieves no podía creer lo que el cazador le
confesaba.
—¿Desobedeceréis a la reina y no me
mataréis?
—Así es: le llevaré un corazón de ciervo en
lugar del vuestro y quizá la reina no descubra el engaño.
—Estoy
en deuda con vos. Sentid mi corazón agradecido —respondió ella,
llevando la mano del hombre a su palpitante y níveo seno.
La preciosa ilustración es de Iban Barrenetxea para la edición de NórdicaLibros.
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