domingo, 15 de diciembre de 2019

El jefe. Manuel Espada.

Helen, este mes me leen en el “Tennessee Express” que vendes “El Este del Edén”. Me quedé verde, del revés. Me desesperé. Ése es el césped en el que te besé. “¡Que le den!”, pensé. “¿Qué se cree? ¿Qué te crees?” Es él. Sé que es él. Es Peter, el que ejerce de bedel en el Wester Herst. Sé que ese demente te enternece. ¿Qué ves en ese pelele, en ese mequetrefe, en ese percebe? ¡Qué estrechez de mente! ¡Qué memez! Te desmerece. Me encelé de ese repelente, de ese vehemente, de ese ser que te empequeñece. Llegué. Le esperé brevemente. Me peleé. Le encerré en el Mercedes. Le pegué de leches, de frente. Le quebré tres veces en el vergel en el que te besé. Le meé. Eché éter en ese germen. Le quemé. ¿Te estremece? ¡Excelente! ¿Crees que te perderé, que cederé? Me mereces. Me perteneces. Ven… ¡Bebe este detergente!

No hay comentarios:

Publicar un comentario