Me ahogo. Me cuesta respirar, pero a nadie le importa. Odio el corsé, a los enanos y a los perros. Cada tarde se cuelan por la ventana las risas del patio abofeteándome la cara hasta el sonrojo. No puedo más, tengo calambres en las piernas y el óleo me produce náuseas. Mañana no vengo. Velázquez le aseguró a papá que acabaría en seis meses. Llevamos ocho.
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