jueves, 16 de marzo de 2017

Y se ponía a llorar porque él no estaba cuando vivía papá. Svetlana Alexiévich.

Larisa Lisóvskaia, seis años [Actualmente es bibliotecaria]


Tengo a mi padre en la memoria... Y a mi hermanito...
Mi padre estaba en la guerrilla. Los nazis lo apresaron y lo fusilaron. Unas mujeres le dijeron a mi madre dónde los habían ejecutado, a mi padre y a los demás hombres. Mi madre fue corriendo hasta donde estaban los cuerpos... Durante toda la vida, mi madre siguió recordando el frío que hacía, decía que en los charcos había una costra de hielo. Ellos solo llevaban puestos los calcetines...
Mamá estaba embarazada. Llevaba dentro a nuestro hermanito.
Teníamos que escondernos. Los alemanes arrestaban a los familiares de los partisanos. Detenían a familias enteras, a los niños también. Se llevaban a la gente en camiones con cubierta de lona...
Estuvimos mucho tiempo escondidas en el sótano de los vecinos. Empezaba la primavera... Nos tumbábamos encima de las patatas, los tubérculos brotaban... Te quedabas dormida, por la noche salía un brote y te hacía cosquillas en la nariz. Como si fuera un bichito. Los bichos vivían en mis bolsillos. En mis calcetines. No me daban miedo, ni de día ni de noche.
Un día salimos del sótano y mamá dio a luz al hermanito. Creció, empezó a hablar. Nosotras recordábamos a papá:
Papá era alto...
Era fuerte... ¡Cómo me lanzaba al aire!
Eso decíamos mi hermana y yo, y un día nuestro hermanito preguntó:
Y yo, ¿dónde estaba?
Tú aún no estabas...
Y se ponía a llorar porque él no estaba cuando vivía papá...

 Últimos testigos. Svetlana Alexiévich. 2006.

No hay comentarios:

Publicar un comentario