lunes, 31 de julio de 2023

Ffffffffffffin. Miguel Ángel Zapata.

No pude resistirme. Ver ahí la espita, tan disimulada y coqueta en aquel rincón del andén, mientras esperaba el metro de cada mañana. Y tirar yo de la espita, soltarla como el que liberta un palomar o un bote de espuma. Y sonar un pitido ensordecedor. Y comenzar a desinflarse entonces el mundo como un globo enorme, arrugándose en trono a la válvula enloquecida.
Alguien debió avisarme, alguien debió evitar que mi mano sucumbiera a la curiosidad de trastear despreocupadamente en aquel cierre del pulmón universal. Junto a la culpa que siento en este instante una pizca de orgullo me cosquillea en el estómago y me impide volver a cerrar la boca del silbante holocausto: yo, el deshacedor del planeta, promotor del fin de los fines, una mañana cualquiera en el andén del metro, mientras el orbe entero y un servidor dentro de él poco a poco nos desinfffffffffff

Baúl de prodigios, 2007.

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