Un
mago no debería revelar sus trucos, pero te diré que no es tan
difícil hacer surgir panes de un cesto si éste dispone de doble
fondo, y que unos simples tablones, convenientemente situados bajo el
agua, bastan para hacer creer a cualquier iluso que es posible
caminar sobre la superficie de un lago. En cuanto a aquel hombre
cuyos ojos sané, jamás en su miserable vida había estado ciego: se
llamaba Hulellah y obtuvo una buena recompensa a cambio de hacer su
papel... Ahora, escúchame bien: los soldados no van a clavarme al
madero; en realidad, me amarrarán las muñecas con tendones de cerdo
y untarán mis brazos con la sangre de algún animal: les he pagado
veinte denarios a cada uno por participar en el engaño. Previamente,
tú deberás haber depositado agua y víveres en el interior del
sepulcro. Luego, una vez que me hayan dejado allí, harás rodar la
piedra que cubre la entrada para que pueda escapar. Procura que nadie
te vea. Y recuerda esto, José de Arimatea: deberás hacerlo antes
del tercer día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario