Se
arrojó desde el mirador de la Torre Latina porque sintió que no
podía más. Al despertar, una enfermera le ajustaba el suero.
Alcanzó a gemir “¡Oh, no...!”, pero la enfermera la tranquilizó
de inmediato.
—Tuvimos
que intervenirla —le dijo— porque desde la altura de donde se
lanzó usted es inevitable romperse el alma.
Amor y otros suicidios, Ana Clavel. 2012.
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