domingo, 26 de febrero de 2017

El mordisco original. Gonzalo Suárez.

No pararé hasta que la historia de Adán y Eva se nos cuente desde la perspectiva de la manzana. ¿Qué sintió cuando la mordieron? ¿Qué le pasó después? ¡A ella qué le importaba esa historia del pecado original! Un asunto de pareja, Dios mediante, en el que mejor no inmiscuirse, salvo ser serpiente y pagar el pato. Pero, ¿y la manzana qué? Ella carecía de toda intención maligna. Se limitaba a colgar del árbol, de la sabiduría por supuesto. ¿Hay algún árbol tonto? ¡Cómo no va a ser sabio algo que se limita a nacer y crecer! Pero a ella la mordieron, ¡vive el cielo! Se llevó, sin merecerlo, el primer dolor. Y además, después, otros vinieron y mordieron en la impunidad y el pecado dejó de ser original. Yo le hubiera evitado el dolor a la manzana, mordiendo directamente a Eva en una nalga.

Foto: Adán y Eva. Tiziano. Oleo sobre lienzo, 1550. Museo del Prado, Madrid.
 

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