domingo, 13 de diciembre de 2020

El precio de la transacción. Fernando Solarte Lindo.

Todos los centinelas, que hoy llámanse guardaespaldas, dieron en permitir el paso por la entrada de la fastuosa villa al caballero que habíase apeado con su perro del lujoso carruaje con motor de ocho cilindros. E yendo ellos así, los recibió en la suntuosa sala el otro caballero también mui rico e dueño de la casa.
Tengo por bien traer la mercancía —dixo el visitante poniendo en la mesa un pequeño paquete—. No es menester loar que vuesa merced, como homme entendido, ha de valorar justamente.
Cuando esto hobo dicho, el dueño de la casa sacó de su bolsillo tremendo fajo de billetes e la transacción iba a cerrarse con buen suceso, sin non hobiese de por medio que presto un gato casero saltó sobre la mesilla e ungullóse el atado de la mercancía. Estonce el perro del visitante, un pastor alemán de malas pulgas, cayó sobre el gato e matólo.
El dueño de la casa, dolorido por la muerte de su gato, tomó una pistola e disparó seis tiros contra el perro que dio una voltereta e quedó con gran tiesura. El vendedor de la mercancía asió por una oreja al dueño de casa e lo apuñaleó porque le matara su perro. Presto los guardaespaldas fizieron papilla al chofer del visitante e llegaron los del barrio del chofer e mataron a los guardaespaldas, viniendo poco después los familiares destos que acabaron con los parientes e los amigos del chofer e del visitante, mas arribaron por fin los guardaespaldas deste último e se agarraron en lucha de todos contra todos e matáronse unos a otros.
Dixo la polecía que la causa de tanta mortandad fue la mercancía que era una esmeralda o una onza de cocaína.

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