sábado, 26 de diciembre de 2020

Historia de la resurrección del papagayo. Eduardo Galeano.

El papagayo cayó en la olla que humeaba. Se asomó, se mareó y cayó. Cayó por curioso, y se ahogó en la sopa caliente. La niña, que era su amiga, lloró. La naranja se desnudó de su cáscara y se le ofreció de consuelo.
El fuego que ardía bajo la olla se arrepintió y se apagó. Del muro se desprendió una piedra.
El árbol, inclinado sobre el muro, se estremeció de pena, y todas sus hojas se fueron al suelo.
Como todos los días llegó el viento a peinar el árbol frondoso, y lo encontró pelado. Cuando el viento supo lo que había ocurrido, perdió una ráfaga.
La ráfaga abrió la ventana, anduvo sin rumbo por el mundo y se fue al cielo.
Cuando el cielo se enteró de la mala noticia, se puso pálido.
Y viendo al cielo blanco, el hombre se quedó sin palabras.


El alfarero de Ceará quiso saber. Por fin el hombre recuperó el habla, y contó que el papagayo se había ahogado
y la niña había llorado
y la naranja se había desnudado
y el fuego se había apagado
y el muro había perdido una piedra
y el árbol había perdido las hojas
y el viento había perdido una ráfaga
y la ventana se había abierto
y el cielo había quedado sin color
y el hombre sin palabras.


Entonces el alfarero reunió toda la tristeza. Y con esos materiales, sus manos pudieron renacer al muerto.
El papagayo que brotó de la pena tuvo plumas rojas del fuego
y plumas azules del cielo
y plumas verdes de las hojas del árbol
y un pico duro de piedra y dorado de naranja
y tuvo palabras humanas para decir
y agua de lágrimas para beber y refrescarse
y tuvo una ventana abierta para escaparse
y voló en la ráfaga del viento.

Las palabras andantes, 1994.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario