lunes, 8 de febrero de 2021

Origen. Jordi Masó Rahola.

Mientras dormía notó un pinchazo en el costado, un dolor agudo que le desgarraba el vientre. Se incorporó: la sangre brotaba sin freno manchando la cama. El verdugo le había abierto un agujero en el abdomen y, atareado, hurgaba en su interior. Haciendo palanca con el cuchillo, le arrancó una víscera sanguinolenta. No, no se trataba de ninguna víscera; lo descubrió con los ojos empañados por el dolor: ¡era una costilla! Presionando sobre la herida a fin de cortar la sangría, le preguntó al desconocido: “¿Y qué piensas hacer con esta costilla?”. El otro, que ya sostenía aguja e hilo, le respondió con desgana: “El de arriba anda tramando algo. ¡Ya te darás cuenta!”.


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