Posado en una rama, el búho ya cantó dos veces. En
la oscuridad no adivino si es el de Minerva, que repite su sabio consejo, o el
de Roma que augura desgracias. Mientras, izamos los fondeos, soltamos las
amarras y con una maniobra el piloto enfila al medio del canal. El pronóstico
para el Río de la Plata augura tormentas, pero él llegará de todos modos a
Ítaca, aunque nosotros nos volvamos cerdos, Escila devore a nuestros
compañeros, nos retenga siete años Calipso, se devore otros tripulantes más
Polifemo, y no podamos gozar con las sirenas. Y tanto afán para encontrarse con
una mujer culpable, un perro ciego, y un manto que le queda corto.
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