sábado, 6 de abril de 2019

Suicida en Nueva York. Lorenzo D. Rubio Martínez.


Cuando cercené el cordón umbilical que me unía a mi tierra y emigré en busca del sueño americano, no imaginé que despertaría subido a la cornisa de la última planta de un rascacielos. Allí arriba la realidad es que eres una mota insignificante de polvo. Y, si miras hacia abajo, no verás a gente ansiosa esperando el veredicto de si saltas o no, solo los contornos difusos de los vehículos atascados y de las personas yendo de un lado para otro mientras miran una y otra vez su reloj, sin percatarse de que no van a llegar a tiempo para disfrutar la vida. En lo más alto de la ciudad, solo tú, las nubes y los rayos de sol alumbrándote como si fueran los focos de un circo. Incluso cuando saltas al vacío y caes en la calle de pie y sigues caminando con tu maletín lleno de despechos, nadie se inmuta.

Esta noche te cuento. Noviembre, 2016.

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