“Pregunta lo que quieras”, dijo el maestro. El
discípulo preguntó entonces sobre la vida y la muerte, sobre la realidad y la
no realidad, sobre el amor y el odio, sobre los alcances del bien y del mal;
pero a cada pregunta, el maestro respondía con un: "No lo sé". El
discípulo calló por fin. “¿Tienes más preguntas?”. “No”, contestó el discípulo.
“Entonces lo has captado todo muy bien”.
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