-¿Cómo
sabes que está muerto?
-Porque
no ronca.
-¡La
Virgen! Que no ronque no quiere decir que no respire.
-No,
él no respira nunca en la cama, solo ronca.
-Para
ya de decir tonterías y ponle el dedo delante de la nariz.
-¿Para
qué?
-Para
ver si respira.
-¡Y
una puñeta! Qué asco poner el dedo delante de la nariz de un hombre
muerto.
-¡Pues
tócale el pecho!
-¿Para
qué?
-Para
ver si le late el corazón.
-¡Cómo
quieres que le lata el corazón si está muerto!
-¿Y
cómo sabes que está muerto?
-Primero
porque no ronca; y, segundo, porque lo he envenenado.
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